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“Prometo aprender de mis errores, arrepentirme de mis pecados y andar en integridad, como un hombre responsable ante Dios”
El fracaso es un maestro poderoso. Si bien es cierto que preferiríamos aprender de los errores o los consejos de otros, a veces eso no es posible y nos toca tropezar de muchas maneras. (Santiago.3:2) Y es nuestra reacción a las caídas la que en verdad nos da un aprendizaje, a veces nos hacen más fuertes y otras nos dañan alejándonos de Dios y de los demás.
Un hombre sabio aprende rápido de sus errores y endereza su camino para volver a la senda correcta. Por el contrario un hombre necio no aprende de sus errores desperdiciando sus experiencias, y queda condenado a volver a caer en los mismos errores. (Proverbios.26:11)
De modo que si deseamos vivir en integridad debemos estar atentos a las enseñanzas en nuestra propia vida y a través de los consejos de otros. Tenemos que reconocer humildemente que “no sabemos todo” (1Corintios.8:2) y luego pedir a Dios sabiduría cada día para tomar las mejores decisiones posibles. (Santiago.1:5)
Ya sea para luchar contra un hábito insalubre, un pecado arraigado, una falsa creencia, para buscar consejo matrimonial o pedir orientación en cuanto a nuestras finanzas, jamás deberíamos tener miedo de pedir ayuda a otros. Todos lo necesitamos y la victoria es de quienes tienen muchos consejeros. (Proverbios.24:6)
“Prometo arrepentirme de mis pecados”
Una de las evidencias de los cristianos verdaderos es su lucha contra el pecado y su sincero arrepentimiento. Los hombres que viven en continuo arrepentimiento son los que Dios usa con mayor efectividad espiritual.
Sin embargo, mientras que aprender de los errores exige un cambio de mentalidad, arrepentirse exige un cambio de creencias y de actitud. El arrepentimiento es transformador y puede significar la diferencia entre el la muerte o la vida, la alegría o la tristeza, la victoria o la derrota.
Arrepentirse significa dar la espalda al pecado y volverse a Dios. Es un cambio de dirección. Desde el AT cuando algún profeta de Dios aparecía en la escena siempre llamaban al arrepentimiento, no era un mensaje fácil de aceptar pero era lo que la gente necesitaba, ese llamado es como ver la misericordia de Dios envuelta en una advertencia dolorosa, después vino nuestro Señor Jesús y su prédica era la misma, “arrepiéntanse y crear el evangelio” (Mateo.3:2) (Marcos.1:15), de hecho hasta nuestros días el mensaje de salvación es igual. (Hechos.3:19)
(Hechos.17:30-31) Dios desea que todos los hombres procedamos al arrepentimiento, que significa esa oportunidad que todos tenemos para restaurar nuestra comunión con Dios. Esa misma oportunidad que nos lleva de la distancia a la intimidad con Dios. Es el Espíritu Santo el que nos dice: “Te amo y quiero salvarte y usarte poderosamente para extender la obra de Dios”. En este punto sólo hay dos caminos: resistirnos o concordar con Él, cuando descubres que anhelas profundamente que te perdone y te limpie tus pecados y te transforme por completo según su imagen.
Para entender la necesidad del “vivir en continúo arrepentimiento” (2Corintios.7:1) debemos aclarar el concepto del pecado y sus consecuencias.
El ADN del pecado
Si miramos el pecado bajo el microscopio podríamos ver que a nivel celular el pecado es el rechazo a Dios en nuestro corazón. Pecar es negar Su carácter, Su autoridad y el control sobre nuestra vida.
Cada pecado tiene más implicaciones de las que a veces vemos o queremos ver. Por ejemplo mentir es malo porque nos hace menos confiable sino que además contradice el carácter de Dios quién es verdad. (Juan.14:6). El asesinato es malo porque detiene un corazón pero más allá porque es contrario a Dios que es Vida. Cuando un padre de familia se enoja y abusa de sus hijos está literalmente rechazando la paciencia de Dios.
El pecado puede ser placentero durante unos minutos, pero nos deja con una lista de graves problemas a largo plazo:
- En lo espiritual: el pecado nos separa de Dios y nos hace Sus enemigos (Colosenses.1:21-22)
- En lo emocional: produce enojo, amargura, temor, culpa, etc… (Proverbios.10:19-20)
- En lo moral: hace que las cosas despreciables nos parezcan valiosas y al revés (Proverbios.5:8-14)
- En lo personal: nos esclaviza y nos destruye (Juan.8:34)
- En el ministerio: nos descalifica del servicio efectivo a Dios (1Corintios.9:27)
- En nuestro interior: nos envenena el corazón y dejamos de amar a los demás (2Timoteo.3:2-4)
- En las relaciones: trae ruptura y dolor (Proverbios.14:34)
- En la historia: hizo que el Hijo de Dios sufriera y muriera por nosotros (Romanos.5:8)
- En la eternidad: ofende a Dios y nos hace ineptos para el Reino (Mateo.13:40-43)
Todos somos pecadores, ya que el pecado incluye nuestras luchas diarias con el orgullo, el egoísmo, la codicia, el enojo, la amargura, el materialismo, la lujuria y la mentira, incluso cuando sabemos hacer el bien y no lo hacemos. (Santiago.4:17). Necesitamos ver el pecado (todo el pecado, nuestro pecado) como Dios lo ve.
En este punto el papel de Satanás no debemos de perderlo de vista. El enemigo mentirá distorsionando las situaciones, nos dirá que Dios quiere quitarnos la diversión, que nos quiere quitar nuestra libertad, que nos quiere dar una vida aburrida y todas son grandes mentiras.
(Santiago.4:17) Dios en Su Palabra nos enseña a “pelear contra el diablo”, ya que la palabra usada para decir “resistid” significa “tener una lucha intensa”
Es aquí donde debemos admitir delante de Dios nuestros pecados y Él nos perdona y limpia de toda maldad. (1Juan.1:9)
El verdadero arrepentimiento
No obstante, si no eres cuidadoso con el arrepentimiento podrías hacerlo solo a medias. Para entender más claramente este punto puedes analizar lo siguiente: El pasaje de la confesión del Rey Saúl en (1Samuel.15:10-35) vs. La confesión del Rey David en (2Samuel.12:7-15) (Salmos.51), entre estas dos confesiones podemos encontrar un verdadero arrepentimiento y uno falso.
Los detalles son los siguientes:
- Saúl sólo confeso lo que se descubrió; David confeso todos sus pecados.
- Saúl culpó a otros de sus errores; David asumió la responsabilidad por lo sucedido.
- Saúl malinterpretó las consecuencias; David acepto y recibió su merecido.
- El lamento de Saúl acabó en desobediencia; la sinceridad de David lo llevó a ser un siervo humilde delante de Dios
- La vida de Saúl acabo en vergüenza y tragedia; David terminó con gloria y honor a Dios.
(2Corintios.7:8-11) En este pasaje de 2 Corintios vemos a una congregación que reacciono a la exhortación con fervor reverente delante de Dios e hicieron todo lo que era necesario para corregir su situación espiritual, para limpiar su nombre y una disposición para castigar lo malo.
En resumen, si después de pecar estás humillado y quebrantado por tu pecado, si no inventas excusas ni culpas a otros por lo que hiciste, si aceptas las consecuencias y no te enojas con quienes te disciplinan, si estás dispuesto a hacer lo que sea necesario para ser restaurado y hay un cambio de pensamiento y conducta a largo plazo… entonces tu arrepentimiento es real y ¡estás de nuevo en el buen camino! (Juan.14:6) (Salmos.101:6)
Si Dios pudo perdonar a Saulo de Tarso quien atormentaba a los cristianos y a David que cometió adulterio y asesinato, también puede perdonarte a ti. Por lo tanto, rinde cuentas con más frecuencia. Permanece en estrecha relación con Dios, quien te ama y quiere guiarte. (Hechos.3:19)
“Prometo andar en integridad”
La palabra “integridad” significa “totalidad” o “cualidad de completo”, “entero”. La Biblia usa los términos “recto” o “perfecto” para describir a alguien que anda en integridad, es decir, que continuamente piensa, habla y camina con honestidad ante Dios y los hombres. (Salmos.11:7) (Job.1:1)
Si eres un hombre íntegro, dirás la verdad en “todo tiempo”, haya mucho o nada en juego, en público o en privado, no importa lo que estés haciendo (si estás a solas en internet, o viendo televisión, o haciendo tu declaración de impuestos, o cerrando un negocio, comprando o vendiendo algo, al conocer a un nuevo amigo(a), cuando nadie te vea) siempre decidirás hacer lo correcto, tal vez no serás perfecto, pero si estarás comprometido a andar en la verdad.
Nuestro país necesita de hombres íntegros. Nuestras familias, congregaciones, empresas, gobiernos y en todas las áreas de la vida se necesitan líderes intachables. (1Timoteo.3:2 NVI) Los líderes se erigen sobre su integridad, tal como lo vemos en (Proverbios.16:12)
Si vamos a representar a Dios, como hijos Suyos, debemos ser como Él es. Dice (Juan.3:33) que “Dios es veraz”, y esto significa que Él es exactamente como dice ser, Sus Palabras son verdad, Sus caminos son verdad y Sus juicios son verdaderos. Y dado que Él busca adoradores que le adoren “en espíritu y en verdad” (Juan.4:24), nuestra tarea es llevar una vida de verdad e integridad ante Él.
Si lo haces Él promete darte recompensas increíbles:
- Bendición en tu corazón (Salmo.37:37) (Salmo.112:7)
- Bendición en tu hogar (Proverbios.20:7) (Salmos.112:2)
- Bendición en tu ciudad (Proverbios.11:11)
Además a través de tu integridad Dios te promete fortaleza (Proverbios.10:29), guía (Proverbios.11:3), defensa de los ataques (Salmos.7:10) y liberación de los problemas (Porverbios.11:6). El hombre íntegro es un deleite para el Señor (Proverbios.11:20) (Proverbios.15:8) y jamás caerá (Salmo.15:5) RVC
¿Quisieras ser ese “hombre íntegro” a los ojos de Dios? La integridad se busca de manera intencional y se protege con valentía. Busca ser un hacedor de Su Palabra y no solamente un oidor. (Santiago.1:22)
El Salmo 15 señala las áreas en las que podemos poner a prueba nuestra vida comparándola con un hombre íntegro.
- Nuestras relaciones. (Salmo.15:3) La integridad nos invita a edificar en vez de hacer daño a otros
- Nuestros valores (Salmo.15:4) La integridad nos hace valorar a las personas que temen al Señor
- Nuestros compromisos (Salmos.15:4b) Cumplimos nuestros compromisos aunque sea difícil o parezca afectarnos de algún modo.
- Nuestro precio (Salmos.15:5) Un hombre íntegro no puede ser sobornado, el dinero no lo domina y se aferra a su integridad.
Seamos como Job, que declaró lo siguiente: “Mientras haya vida en mí, y el aliento de Dios esté en mis narices, mis labios, ciertamente, no hablarán injusticias, ni mi lengua proferirá engaño […] hasta que muera, no abandonaré mi integridad” (Job.27:3-5)
¿Cómo sería tu vida y la de tu familia si hoy decidieras andar siempre en integridad delante de Dios? ¿Qué cambios y compromisos necesitas hacer?
Hay demasiado en juego como para no tomar la integridad en serio. Terminamos esta sesión con un desafío a que todos “tengan cuidado de cómo viven. No vivan como necios, sino como sabios. Saquen el mayor provecho de cada oportunidad en estos días malos” (Efesios.5:15-16) NTV