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Tal vez te haya pasado como a mí, que en tu caminar cristiano, que con la ayuda de Dios, has hecho la tarea de compartir el evangelio, a veces insistentemente, a veces con algunas personas lo has hecho hasta el cansancio, unas veces viendo resultados maravillosos de parte de Dios y otras veces sintiéndonos frustrados porque las personas no parecen responder al mensaje de la cruz en el momento en que les compartimos, creo que todos quisiéramos ver a nuestros familiares, amigos y mucha gente más que tal vez aún no conocemos entregar su vida a Cristo.
Si en el trabajo para el Señor te has sentido estancado, como si no fluyeran las cosas, viendo que las personas a quienes les estas compartiendo el evangelio no responden favorablemente, o viendo que algunos de tus familiares se rehúsan a entregarse a Cristo, o algunos de tus amigos no te escuchan o te rechazan, o en resumen, tal vez a nuestros ojos no vemos resultados favorables, no debemos desanimarnos. No olvidemos que es importante hacer lo que nos corresponde y hacerlo fielmente con más y más personas.
Si alguna vez te has sentido así o has pensado estas cosas, es importante recordar que:
- La fe viene por oír el evangelio (Romanos.10:17) “Así que la fe viene por oír, es decir, por oír la Buena Noticia acerca de Cristo.
- La Palabra de Dios es eterna “Señor, tu palabra es eterna, y permanece firme como los cielos.” (Salmos.119:89)
- ” Jesús dijo, “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24:35)
- La Palabra es poderosa para salvar almas (Romanos.1:16) “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío, primeramente, y también al griego.”
- La Palabra es viva y eficaz, así lo leemos en (hebreos.4:12) “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.”.
- También aprendemos que por medio del profeta Isaías Dios declara que su Palabra es tan efectiva como la lluvia que hace crecer las hierbas, así su Palabra cumple los propósitos con los cuales es enviada. Esto lo vemos en (Isaías.55:10-11) “10 Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, 11 así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.
Más aún, ya que la Palabra de Dios es una manifestación de la soberanía de Dios, Pablo puede decirle a Timoteo que “predique la palabra a tiempo y fuera de tiempo” (2 Timoteo 4:1-3). La predicación no depende de circunstancias favorables que invitan a la pasión y favorecen el buen ánimo. En el contexto de (2Timoteo.4) Pablo menciona que muchas personas no querrán oír la verdad, sino que irán tras otros mensajes más atractivos. Pero Timoteo debía proclamar la Verdad divina como los profetas de antaño – sea que muchos crean o no.
Pasemos ahora a recordar la parábola del sembrador (Mateo.13:1-9) “Más tarde ese mismo día, Jesús salió de la casa y se sentó junto al lago. 2 Pronto se reunió una gran multitud alrededor de él, así que entró en una barca. Se sentó allí y enseñó mientras la gente estaba de pie en la orilla. 3 Contó muchas historias en forma de parábola como la siguiente: «¡Escuchen! Un agricultor salió a sembrar. 4 A medida que esparcía las semillas por el campo, algunas cayeron sobre el camino y los pájaros vinieron y se las comieron. 5 Otras cayeron en tierra poco profunda con roca debajo de ella. Las semillas germinaron con rapidez porque la tierra era poco profunda; 6 pero pronto las plantas se marchitaron bajo el calor del sol y, como no tenían raíces profundas, murieron.7 Otras semillas cayeron entre espinos, los cuales crecieron y ahogaron los brotes; 8 pero otras semillas cayeron en tierra fértil, ¡y produjeron una cosecha que fue treinta, sesenta y hasta cien veces más numerosa de lo que se había sembrado! 9 El que tenga oídos para oír, que escuche y entienda».”
Muy a menudo Jesús comunicaba verdades espirituales a través de parábolas, que son historias breves donde se inicia con una situación cotidiana y se le da una aplicación espiritual. Esto tiene un efecto de que lleva a la audiencia a escuchar con un corazón dispuesto a aprender, ya que la verdad sigue oculta para quiénes escuchan con prejuicios o sin el hambre genuina de conocer la Palabra de Dios.
Hay una advertencia o recomendación cuando aprendemos a través de las parábolas de Jesús, debemos enfocarnos en el mensaje de la explicación espiritual, que generalmente habla de un solo tema y no tratar de sacar detalles de la historia inicial, aunque a veces los detalles arrojan mucha información relevante y ayudan a entender el contexto completo.
Esta parábola del sembrador habla de la obra de extensión del Reino de Dios y en este punto no vamos a explicarla o analizarla a detalle, Jesús lo hizo muy bien en los versículos (Mateo.13:18-23) “18 »Escuchen ahora la explicación de la parábola acerca del agricultor que salió a sembrar: 19 Las semillas que cayeron en el camino representan a los que oyen el mensaje del reino y no lo entienden. Entonces viene el maligno y arrebata la semilla que fue sembrada en el corazón. 20 Las semillas sobre la tierra rocosa representan a los que oyen el mensaje y de inmediato lo reciben con alegría; 21 pero, como no tienen raíces profundas, no duran mucho. En cuanto tienen problemas o son perseguidos por creer la palabra de Dios, caen. 22 Las semillas que cayeron entre los espinos representan a los que oyen la palabra de Dios, pero muy pronto el mensaje queda desplazado por las preocupaciones de esta vida y el atractivo de la riqueza, así que no se produce ningún fruto. 23 Las semillas que cayeron en la buena tierra representan a los que de verdad oyen y entienden la palabra de Dios, ¡y producen una cosecha treinta, sesenta y hasta cien veces más numerosa de lo que se había sembrado!”
Muy bien, si a la parábola que estamos leyendo en Mateo 13 le llamamos “La Parábola del sembrador” vamos a enfocarnos en el sembrador. Creo que es importante resaltar que tanto en (Mateo.13:3) como en la parábola del trigo y la cizaña (Mateo.13:37) para decir agricultor o sembrador, se usa la palabra griega “speiro”, que se pronuncia spiro, y que significa “dispersar, esparcir, sembrar el voleo”. Y en este versículo 37 dice: Jesús respondió: —El Hijo del Hombre es el agricultor que siembra la buena semilla.
Sólo diremos que cabe resaltar que Jesús no habla de un agricultor irresponsable que va tirando la semilla sin cuidado, sino que habla de un sembrador diligente que utilizando la técnica adecuada (voleo) va tirando puños de semilla mientras camina a través de una grande extensión de tierra con la meta de que la mayoría de la semilla caiga en buen terreno, solo que al tratarse de grandes extensiones es inevitable que parte de lo sembrado caiga en terreno menos productivo. Dicho en otras palabras, el sembrador da oportunidad a toda la tierra, o sea, siembra el evangelio a todos y según el corazón de cada uno el efecto de la semilla será diferente.
Esto debemos aplicarlo a nuestro diario caminar con Jesús, es decir, nuestro trabajo no es seleccionar el terreno de cultivo, o sea, a las personas que habrán de recibir el mensaje del evangelio, sino que dentro del ámbito o área de influencia en donde Dios nos ha puesto debemos predicar el evangelio dejando los resultados a Dios. Por ejemplo Pedro predicaba a los judíos y Pablo a los gentiles pero dentro de cada mercado meta, no hacían acepción de personas, les daban la Buena Noticia a todos cuantos podían.
Antes de predicar el evangelio a alguna persona nosotros no sabemos si se convertirá y aceptará a Cristo como Su Señor y Salvador, o sea, no debemos menospreciar parte del terreno, ya que la evaluación de la tierra de cultivo se hace hasta después de ver los resultados no antes. Ahí tenemos el tremendo caso de Saulo de Tarso que en mi opinión creo que nadie pensaba predicarle el evangelio, tal como leemos en el siguiente pasaje:
El contexto es que Saulo de Tarso quién tenía fama de ser un duro perseguidor de cristianos, había tenido un encuentro con nuestro Señor Jesús y recién había llegado a Damasco pero aún no había sido lleno del Espíritu Santo.
(Hechos.9:10-14) NTV Ahora bien, había un creyente en Damasco llamado Ananías. El Señor le habló en una visión, lo llamó: —¡Ananías! —¡Sí, Señor! —respondió. 11 El Señor le dijo: —Ve a la calle llamada Derecha, a la casa de Judas. Cuando llegues, pregunta por un hombre de Tarso que se llama Saulo. En este momento, él está orando. 12 Le he mostrado en visión a un hombre llamado Ananías que entra y pone las manos sobre él para que recobre la vista. 13 —¡Pero Señor! —exclamó Ananías—. ¡He oído a mucha gente hablar de las cosas terribles que ese hombre les ha hecho a los creyentes de Jerusalén! 14 Además, tiene la autorización de los sacerdotes principales para arrestar a todos los que invocan tu nombre. Es evidente que Ananías se estaba negando a predicarle a Saulo de Tarso porque en apariencia no tenía caso hacerlo, creo muchos de nosotros hubiéramos reaccionado igual.
¿Y tú has menospreciado el terreno antes de hacer la labor de sembrar la semilla? ¿Recuerdas haber sido selectivo con alguna o algunas personas solo por su fama, su apariencia o su estilo de vida?
– De estos pasajes anteriores podemos concluir que nuestra labor como sembradores implica dos puntos importantes:
- Debemos sembrar con fidelidad recordando que no toda la semilla cae en terreno fértil. El agricultor que acabamos de leer sembró en el camino, sembró entre espinos, sembró en tierra rocosa y sembró en buena tierra. Lo importante es hacerlo bien cubriendo grandes extensiones de terreno para llegar a más personas. Dios dijo claramente en (Marcos.16:15) NTV “Entonces les dijo: Vayan por todo el mundo y prediquen la Buena Noticia a todos”
- Debemos ayudar a preparar el terreno (más adelante veremos como podemos colaborar)
– Primero hablaremos del punto que se enfoca en la intensidad con que debemos hacer la labor de sembrar. Esto nos lleva a dar un vistazo a algunos pasajes donde vemos la intensidad con que Jesús predicaba el evangelio:
- (Lucas.8:1) Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él
- (Lucas.13:22) Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén.
- (Mateo.9:35) Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
- (Lucas.10:1-2) Después de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, a quienes envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir. 2 Y les decía: La mies a la verdad es mucha, más los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.
Todos sabemos que en nuestros días somos esos obreros que el Señor de la mies envía y debemos estar listos para llevar el evangelio del Reino de Dios teniendo en cuenta que algunas personas que lo escuchen van a negarse a creerlo ya que se opone a sus creencias actuales y el diablo los retendrá, otros dirán que si aceptan a Jesús como su Señor y Salvador pero en los tiempos de prueba se apartarán de la fe por falta de raíces fuertes, otro grupo serán los que oyen la Palabra de Dios pero son dominados por “un materialismo” que les impide ver la luz del evangelio y por último estarán los de “buena tierra” con corazones arrepentidos que aceptan dispuestos a pagar el precio y enfocados en la esperanza de la salvación desearán formar parte de “los obreros del Señor Jesucristo”.
Esto aplica para nosotros también, ya que en ocasiones podemos caer en alguno de los supuestos anteriores y dejamos de “dar fruto que permanezca para Dios”, seamos siempre ese fiel sembrador del evangelio que con diligencia hace su trabajo confiando en que es Dios quien realiza la obra de salvación y da el crecimiento a cada uno. (1Corintios.3:6-7) “Yo sembré, y Apolos regó, pero el crecimiento lo ha dado Dios. 7 Así que ni el que siembra ni el que riega son algo, sino Dios, que da el crecimiento.”
Desde los inicios de la iglesia, hay una problemática crucial, cuando hablamos de la extensión del reino de Dios, uno de los principales motivos de que poca gente esté llegando a los pies de Cristo y lo acepten como su Señor y Salvador, es la falta de abundante siembra, diciéndolo más claramente es la falta de sembradores fieles que cumplamos la labor de sembrar y sembrar.
(Romanos.10:13-14) “porque todo el que invoque el nombre del Señor será salvo. 14 Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique?
Cuando predicamos a muchas personas, se está sembrando La Palabra de Dios; no sabemos en qué terreno de cultivo cae el grano, es decir, no sabemos cómo será recibida la semilla, pero nuestro deber es sembrar, sembrar buena semilla, sana doctrina y cubriendo grandes terrenos de cultivo, lo que es lo mismo, llegando a muchos oídos.
Dice un himno cristiano de hace muchos años, “Sembraré la simiente preciosa del glorioso evangelio de amor …sembraré, sembraré mientras viva y dejaré el resultado al Señor”.
Oremos para que Dios ponga en nosotros el querer como el hacer y que nos encuentre dispuestos a obedecer la Gran Comisión que ya todos conocemos nos fue dada. (Mateo.28:19-20)
Muy bien, ya vimos que a nosotros NO nos toca seleccionar el terreno, sólo hacer la labor de sembrar, pero hay otro punto importante que debemos trabajar antes de hacer la siembra, debemos considerar ¿cómo se puede preparar el terreno para la siembra? Sin duda que necesitamos de la intervención de Dios para realizar Su obra.
– De las Escrituras aprendemos que hay al menos dos maneras de preparar el terreno de cultivo:
- Orar por más obreros que hagamos la labor de sembrar
(Mateo.9:37:38) 35 Jesús recorrió todas las ciudades y aldeas de esa región, enseñando en las sinagogas y anunciando la Buena Noticia acerca del reino; y sanaba toda clase de enfermedades y dolencias. 36 Cuando vio a las multitudes, les tuvo compasión, porque estaban confundidas y desamparadas, como ovejas sin pastor. 37 A sus discípulos les dijo: «La cosecha es grande, pero los obreros son pocos. 38 Así que oren al Señor que está a cargo de la cosecha; pídanle que envíe más obreros a sus campos».
- Orar para que Dios prepare el corazón de las personas que habrán de escuchar el mensaje de salvación
Dice en (1Timoteo.2:1-5) NTV 1 En primer lugar, te ruego que ores por todos los seres humanos. Pídele a Dios que los ayude; intercede en su favor, y da gracias por ellos. 2 Ora de ese modo por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos tener una vida pacífica y tranquila, caracterizada por la devoción a Dios y la dignidad. 3 Esto es bueno y le agrada a Dios nuestro Salvador, 4 quien quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad. 5 Pues hay sólo un Dios y sólo un Mediador que puede reconciliar a la humanidad con Dios, y es el hombre Cristo Jesús.
(1 Timoteo.2:6) NTV Él dio su vida para comprarles la libertad a todos. Este es el mensaje que Dios le dio al mundo justo en el momento preciso.
Aunque Dios es Todopoderoso y lo sabe todo, él ha decidido permitirnos ayudarlo a transformar el mundo por medio de nuestras oraciones. Todos aquí sabemos que las oraciones fervientes tendrán resultados poderosos. “La oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder y da resultados maravillosos” (Santiago.5:16b) y aunque por nuestro entendimiento limitado no sabemos a ciencia cierta cómo funciona esto, si sabemos que es una realidad.
En este pasaje de 1Timoteo Pablo nos exhorta a orar “por todos los seres humanos” lo cual refleja la naturaleza del evangelio y nos muestra claramente que la invitación para la salvación de Dios es para todos por igual ”quien quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad”.
Regresemos a leer acerca de los resultados de haberle predicado a Saulo de Tarso, en (Hechos.9:15-22) NTV 15 El Señor le dijo: —Ve, porque él es mi instrumento elegido para llevar mi mensaje a los gentiles y a reyes, como también al pueblo de Israel; 16 y le voy a mostrar cuánto debe sufrir por mi nombre. Así que Ananías fue y encontró a Saulo, puso sus manos sobre él y dijo: «Hermano Saulo, el Señor Jesús, quien se te apareció en el camino, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo». 18 Al instante, algo como escamas cayó de los ojos de Saulo y recobró la vista. Luego se levantó y fue bautizado. 19 Después comió algo y recuperó las fuerzas. Saulo se quedó unos días con los creyentes en Damasco. 20 Y enseguida comenzó a predicar acerca de Jesús en las sinagogas, diciendo: «¡Él es verdaderamente el Hijo de Dios!». 21 Todos los que lo oían quedaban asombrados. «¿No es este el mismo hombre que causó tantos estragos entre los seguidores de Jesús en Jerusalén? —se preguntaban—. ¿Y no llegó aquí para arrestarlos y llevarlos encadenados ante los sacerdotes principales?». 22 La predicación de Saulo se hacía cada vez más poderosa, y los judíos de Damasco no podían refutar las pruebas de que Jesús de verdad era el Mesías.
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Hermanos debemos siempre recordar que en el corazón de nuestro Señor Jesucristo hay amor por todos, el dio Su vida por todos, este es el momento preciso para dar este mensaje y debemos predicarlo a todos para que muchos más crean en Él y tengan vida eterna. (Juan.3:16)