Mateo 18

En ese momento los discípulos se acercaron a Jesús y preguntaron:
—¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?
¿Que nos enseña de la naturaleza humana esta pregunta? ¿
Él llamó a un niño y lo puso en medio de ellos. ¿Por qué llamar a un niño?
3 Entonces dijo:
—Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos.
¿En que sentido nos tenemos que volver como niños?

¿Por qué es necesario para entrar en el reino de los cielos? ¿En qué sentido tienes que ser como niño para entrar en el reino de los cielos?

Por tanto, el que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos. ¿En que sentido tienes que humillarte? ¿Cómo sucede esta humillación? ¿Cómo sabes que no te estás humillando como un niño?
»Y el que recibe en mi nombre a un niño como este me recibe a mí. ¿Esto aplica a todo niño? v.6 ¿Por qué recibir a un niño que cree en él es recibirlo a él? ¿Cual es la grandeza de este niño? —que por su fe en Cristo, funge como su representante, como una extensión de él (como su cuerpo). ¿Verá así el Señor con todos los suyos?
Pero si alguien hace pecar a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una gran piedra de molino y lo hundieran en lo profundo del mar. ¿A que se refiere con hacer pecar a uno de estos pequeños que creen en él? ¿Que ejemplos tenemos? ¿Cual es la indignación de Dios-Cristo? ¿Podríamos llevar a pecar a pequeños con nuestro mal testimonio, con nuestro mal comportamiento? ¿que tal con el abandono o la falta de supervisión? ¿Que tal de los padres que rechazan a Dios?… ¿Que de los que tratan de persuadirte a que abandones la fe (como excristianos)?

¿aplica solo a niños?

»¡Ay del mundo por los tropiezos! Los tropiezos son inevitables, pero ¡ay de aquel que los ocasiona! ¿Por qué son inevitables? ¿Qué pasa con el que lo ocasiona? ¿Se podría salvar? ¿Por que “Ay” de los que ocaciona?
Si tu mano o tu pie te hace pecar, córtatelo y arrójalo. Más te vale entrar en la vida manco o cojo que ser arrojado al fuego eterno con tus dos manos y tus dos pies. ¿Es literal? ¿Cortar una parte del cuerpo? ¿A qué más podría aplicar? ¿Podría aplicar al cuerpo de Cristo, la iglesia?–a la disciplina eclesiástica (1Co.5)…
Y si tu ojo te hace pecar, sácatelo y arrójalo. Más te vale entrar tuerto en la vida que con dos ojos ser arrojado al fuego del infierno.
10 »Miren que no menosprecien a uno de estos pequeños. Porque les digo que en el cielo los ángeles de ellos contemplan siempre el rostro de mi Padre celestial. ¿Como uno puede menospreciar a estos pequeños?
11 El Hijo del hombre vino a salvar lo que se había perdido.
12 »¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se extravía una de ellas, ¿no dejará las noventa y nueve en las colinas para ir en busca de la extraviada?
13 Y si llega a encontrarla, les aseguro que se pondrá más feliz por esa sola oveja que por las noventa y nueve que no se extraviaron.
14 Así también, el Padre de ustedes que está en el cielo no quiere que se pierda ninguno de estos pequeños.
15 »Si tu hermano peca contra ti,[b] ve a solas con él y hazle ver su falta. Si te hace caso, has ganado a tu hermano.
16 Pero si no, lleva contigo a uno o dos más, para que “todo asunto se resuelva mediante el testimonio de dos o tres testigos”.
17 Si se niega a hacerles caso a ellos, díselo a la iglesia; y si incluso a la iglesia no le hace caso, trátalo como si fuera un incrédulo o un cobrador de impuestos.
18 »Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra quedará atado en el cielo y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo.
19 »Además les digo que, si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan, les será concedida por mi Padre que está en el cielo.
20 Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
21 Pedro se acercó a Jesús y preguntó:

—Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces?

22 —No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete[e] —contestó Jesús—.
23 »Por eso el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos.
24 Al comenzar a hacerlo, se presentó uno que le debía diez mil monedas de oro.[f] 25 Como él no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su esposa y a sus hijos y todo lo que tenía, para así saldar la deuda.
26 El siervo se postró delante de él. “Tenga paciencia conmigo —rogó—, y se lo pagaré todo”.
27 El señor se compadeció de su siervo, perdonó su deuda y lo dejó en libertad.
28 »Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas de plata.[g] Lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo. “¡Págame lo que me debes!”, exigió.
29 Su compañero se postró delante de él. “Ten paciencia conmigo —rogó—, y te lo pagaré”.
30 Pero él se negó. Más bien fue y lo hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda.
31 Cuando los demás siervos vieron lo ocurrido, se entristecieron mucho y fueron a contarle a su señor todo lo que había sucedido.
32 Entonces el señor mandó llamar al siervo. “¡Siervo malvado! —le dijo—, te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste.
33 ¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?”.
34 Y enojado, su señor lo entregó a los carceleros para que lo torturaran hasta que pagara todo lo que debía.
35 »Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes, a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano».

Alberto Vazquez Botello